martes, noviembre 04, 2014

EDUCACION SEXUAL COLEGIOS

En un artículo publicado en el New York Times, dos
expertos en teoría política sostienen que utilizar las
clases en la enseñanza pública para adoctrinar a los
alumnos en una determinada ideología sexual
constituye una grave vulneración de los derechos de
los padres.
Con motivo de una controvertida asignatura de
educación sexual propuesta para los colegios públicos
de primaria de la ciudad de Nueva York, Robert P.
George y Melissa Moschella –profesores de teoría
política en la Universidad de Princeton, New Jersey–
se preguntan si los contenidos de esta materia pueden
llegar a vulnerar los derechos de los padres.
Entre otras cosas, el programa propuesto por Dennis M. Walcott, responsable de los colegios
públicos de la ciudad de Nueva York, les dice a los chavales de 10 y 11 años que se olviden de lo
que han aprendido hasta ahora sobre el sexo (lo que incluye las lecciones paternas) para
“reaprenderlo” de boca de sus profesores, o se les informa con diversos materiales sobre conductas
que seguramente sonrojan a los propios padres.
Como expertos en teoría política, los profesores George y Moschella van al núcleo del asunto: es
cierto que el Estado tiene una legítima preocupación respecto a la salud pública de sus
ciudadanos, pero ¿hasta qué punto puede tomar partido por una visión controvertida de la
sexualidad? Porque “el efecto de tales lecciones tiene más que ver con promover cierta ideología
sexual entre los jóvenes que con proteger su salud”.
“¿Debería el gobierno forzar a los padres –al menos, a aquellos que no pueden pagar un colegio
privado– a enviar a sus hijos a clases que pueden contradecir sus convicciones morales y religiosas en
cuestiones que afectan a su intimidad y su conducta personal?”.
A juicio de estos profesores, la respuesta es que “tanto los progresistas como los conservadores
deberían responder que no.
Semejantes medidas vulneran los derechos de los padres. Y eso tanto si eres musulmán, judío,
cristiano, hindú, budista, o si careces por completo de religión”.
El sagrado territorio de la conciencia
Para explicar su postura, George y Moschella se fijan en la profunda relación que une a padres e hijos;
esa relación “crea unos deberes, que los derechos paternos sirven y protegen”.
Precisamente porque los hijos llegan al mundo en un estado de necesidad absoluta, los padres tienen
la obligación de ayudarles a alcanzar la madurez; lo que supone atender a sus necesidades
físicas y emocionales, pero también a su desarrollo intelectual y moral.
Dado que los asuntos relativos a la moral y a la religión son particularmente delicados, en último término
es responsabilidad de los padres –aunque pidan ayuda– formar a sus hijos en estas materias.
Esta responsabilidad de los padres (y la libertad para educar a sus hijos en las convicciones morales que
estimen oportunas) es algo tan íntimo y sagrado como el derecho a practicar una religión. Por eso, a
juicio de estos autores, adoctrinar a los niños en cuestiones de conciencia y contra las
convicciones de sus padres es algo tan grave como obligar a unos padres musulmanes a que
sus hijos participen en una misa católica.
George y Moschella admiten que “el Estado tiene un interés legítimo en reducir los embarazos
adolescentes y la expansión de las enfermedades de transmisión sexual”. Pero eso no convierte en4/11/2014 Comité Independiente Anti -Sida
http://sinsida.eu/articulo.php?cod_seccion=31&cod_noticia=318&tabla=articulos&idioma=espanol 2/2
incorrecto ni en irracional el empeño de los padres por preservar la conciencia de sus hijos
preadolescentes ni por “limitar el control del Estado sobre lo que sus hijos aprenden y piensan en
materias morales delicadas. Al revés: eso es exactamente lo que se espera de unos padres que quieren
cumplir de lleno con sus deberes y ejercer sus legítimos derechos”.
Y concluyen: “Transformar una clase en una lección obligatoria de catecismo al servicio de una ideología
polémica es una grave vulneración de los derechos de los padres. Los ciudadanos de cualquier
tendencia ideológica deberían plantarse y oponerse a esto”.